AN ELEPHANT SITTING STILL (Irati Crespo)

Al norte de China, una pequeña ciudad post-industrial está sumida en una espiral de niebla perpetua que atrapa a sus habitantes. Una mañana, un altercado entre dos adolescentes de un instituto marca el destino de cuatro individuos víctimas del egoísmo familiar y la violencia social. El único lazo que los une es la compartida obsesión recurrente de dejar su entorno atrás y huir hacia la localidad norteña de Manzhouli donde, según cuentan, un gran elefante se sienta inmóvil en un zoológico, contemplando impasible los problemas del mundo.

El paquidermo sentado del propio título supone el macguffin de una trama circunscrita a poco menos de una jornada que sigue alternativamente los recorridos desoladores de los cuatro protagonistas que apenas se conocen entre sí: Bu, un estudiante solitario y acosado por sus compañeros que accidentalmente tira por las escaleras al hermano de un cabecilla de banda que lo perseguirá hasta dar con él. Este primer suceso violento, filmado completamente fuera de campo, será esencial para armar y sostener toda decisión formal (y, por ende, moral) del cineasta chino en su retrato de la violencia. La cámara seguirá apenas sin cortes y generalmente desde detrás, los largos y desesperados pasos de Bu, que carga a sus espaldas con una posible muerte accidental.

Esa misma mañana, el cabecilla que busca a Bu, Cheng, ha presenciado el suicidio de uno de sus mejores amigos, tras descubrir este la infidelidad de su mujer con el mismo Cheng. El murmullo de una ventana abierta, un hombre que desaparece del encuadre y el sonido seco de un cuerpo contra el suelo. De nuevo, la violencia se convierte en protagonista del relato sin un solo segundo de exhibición en pantalla.

A estos dos personajes se les suma el señor Wang, veterano de guerra al que su propio hijo quiere internar en una residencia de ancianos para atribuirse la residencia familiar y la joven Ling, compañera estudiantil de Bu que sufre en sus propias carnes las consecuencias de una familia desestructurada. La cámara de Hu Bo decide, abruptamente, gracias al corte de montaje, saltar de la realidad que vive un personaje a otra antes de que cada historia llegue a su clímax, uniendo así a su preciado cuarteto en una especie de tela de araña que atrapa y no deja oportunidad a la huida.

En esta su primera y última película, basada en un relato escrito por él mismo, Hu Bo
articula entre los detalles de cierta leyenda urbana oriunda, los reiterados ecos sonoros (enésimo fuera de campo) de un tren que parece siempre escaparse y los harapos grises con los que viste a la ciudad, una poderosa alegoría sobre la otra China contemporánea, una sociedad corrompida en la que enjaula, como al elefante tras las rejas, a toda una generación.

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