Helena Taberna dirige este documental en el que retoma una vez más los temas sociales que le han dado el apoyo de público y crítica con trabajos anteriores como ACANTILADO (2016), NAGORE (2010) y LA BUENA NUEVA (2008). Tanto el contenido elegidos como su forma de narrar primero golpean y luego provocan un sentimiento de empatía en el espectador.

En el Mediterráneo, el mar que desde el inicio de los tiempos ha sido un nexo de culturas, miles de refugiados aguardan a que una Europa burocrática y fría les acoja. A las puertas del viejo continente, luchan por mantener viva la esperanza a pesar de las precarias condiciones bajo las que subsisten. Mientras esperan en destartalados edificios ocupados o en campos de refugiados diseminados, nos paseamos por pequeñas historias de ternura y esperanza. Un joven cuida de su familiar mayor en el día a día. Una adolescente afirma que va a ser periodista, con una decisión apabullante.

Testimonios de personas cuidando unas de otras, estableciendo relaciones mientras esperan a un papel que no llega. Surgen amistades, historias de amor que empiezan y se acaban… La vida cotidiana se abre paso incluso en condiciones de una profesionalidad que se alarga sin fecha fija de fin.

VARADOS se acerca a la vida cotidiana de esos refugiados de larga duración. Mediante el uso de una luz cruda y blanquísima que nos remite al Mediterráneo y al mismo tiempo resalta la crudeza de las condiciones de los refugiados. Uno de los entrevistados nos habla de la similitud entre Siria y Grecia. “Si no fuera por la crisis” nos cuenta, “muchos nos quedaríamos aquí.” Las calles, la gente y su cultura tienen un nexo común, más allá de fronteras invisibles. El mar como unión, no como límite. En los últimos minutos del documental, un hombre y su tío, en el puerto, siguen con la mirada los barcos que zarpan hacia otros mundos.